ORACIÓN A SAN FRANCISCO

Rubén Cedeño

Amado Francisco, Señor de mi corazón, no soy digno de orar frente a Ti, pero quiero gozar de Tu Amor; sin Ti mi existencia no tiene razón. Tú eres tan humilde, y tienes tanto amor, que me avergüenza mi autoridad; hazme humilde de corazón. Tú, siendo tan sabio, enseñas con simplicidad; reconozco mi ignorancia; acaba con mi intelectualidad. Tú, siendo bueno y amoroso, no eres presumido; reconozco mi falta de amor, no quiero ser engreído. Tú, tan armonioso y bello, eres suave y sencillo, que reconozco mi mediocridad; hazme tu humilde sirvientillo. Tú, viviendo en la Verdad, eres tan modesto y llano, que examino mi arrogancia; quiero ser solo un gusano. Tú, siendo tan grande, eres de Alma tan recatada, que reconozco mi orgullo; hazme ser tan solo “nada”. Delante de ti soy un pobre ser, imposibilitado de hacer lo que hay que realizar en la vida Espiritual. Tú conoces mis fallas; no merezco hacer lo que hago, pero siempre dices ¡presente!, jamás me das la espalda. Tú nunca me abandonas, ni en la noche más oscura; no acusas mis errores ni reprochas mi conducta. Tú, de todo me perdonas, y me enseñas a seguir perdonando a los demás, el mal que me hacen sufrir. Tú eres mi ejemplo vivo para ser Espiritual, con paciencia y dulzura a todos sin condenar. En Ti descansa mi Alma; tu hogar es mi habitación; recostado en Tu Corazón, enséñame a ser mejor.

Artículos recomendados