EL ÁRBOL


Rubén Cedeño – Cuernavaca – 10-6- 2020
Libro: Enseñanza Interna


Allí está, erguido, enhiesto con un tronco alto poderoso, con múltiples ramas lanzadas al viento sin hojas inundando el retazo de cielo que inunda su espacio, pero él se desconoce por completo; no sabe si es pino, abeto, o roble, si es hermoso, si está o no dentro de un jardín con otras plantas y no diferencia si es bajo o alto, fuerte o débil, llamativo o imperceptible. Sencillamente el está, brinda su presencia a quien se detiene frente a él y le mira, pueden ser muchas personas, tal vez pocas o ninguna, pero da igual, no pasa nada. Cuando el rocío o la lluvia lo humedece, le hace destacar diferentes vetas de colores en su madera; cuando el calor lo reseca, se le ven otros tonos diferentes, pero el árbol no lo percata, no le hace falta, él permanece. Cuando el sol mañanero lo ilumina por detrás, lo hace ver como una gigantesca y llamativa silueta, y la luz del atardecer al incidirle al frente, le hace resaltar todos sus policromos encantos, pero él permanece, tranquilo, en su sitio, impasible, y silencioso. No se sabe si mira, piensa, siente, oye, respira o está inerte, es posible que alguien esté esperando convertirlo en trozos de leño para alimentar el fuego de una chimenea, una cocina, o transformarlo en un mueble de pulida y elegante superficie. Mientras tanto él permanece, no tiene temor de lo que pueda suceder. Desconoce el futuro, no espera, no cuestiona si quiere estar allí o en otro jardín. Allí esta, ni siquiera conoce la palabra árbol. El Ser en sí, en cada persona, no es conciencia es “Ser Absoluto” sin pensar, ausente de razonamientos de lo que es. Esto no es fácil describirlo. Es la silenciosa permanencia en el “Ser”, sin descripción, explicación ni razones. Esto es la realidad del “Sí Mismo”.
Foto: El Árbol-Cuernavaca- Rubén Cedeño. 

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